Y luego miro a mi novio feliz de la vida y me empiezo a relajar… él también ha cogido algún kilillo de más, y no le veo preocupado, sigue con sus bañadores todo contento en la playita, si le queda más apretado de la cuenta no pasa nada, ya dará de si. Y es que es cierto, parece que el verano es una tortura para las mujeres y una dicha para los hombres. Cuando llega el buen tiempo, ellos se ponen contentísimos a mirar mini-faldas, piernas morenas y bien torneadas, chicas por la playa medio desnudas, espalditas al aire, escotes preciosos con vestidos de encaje… Pero, ¿Qué nos sucede a nosotras cuando llega este soñado buen tiempo? Que tenemos que depilarnos cada dos por tres, incluso zonas que el resto del año preferiríamos no tocar, echarnos mil cremas para que no se nos despelleje la piel después de tomar el sol, llevar los pies perfectos, esconder toda la ropa que ahora hace más evidente cualquier gramo que hayamos adquirido de más en el invierno, lavarnos el pelo casi a diario, tener cuidado con el maquillaje no sea que se nos derrita con el calor… ¡que estrés! ¡Y todo para estar perfectas y que nadie dude de lo maravillosas y naturales que somos! Mientras tanto ellos van con sus barriguitas (“no estoy gordo, estoy fuertecito”), sus pelos en el pecho(“el auténtico macho hispano es de pelo en pecho, nunca se lo quitaría”), sus pantalones cortos adornados con las patas peludas y las uñas de los pies negros (“Mis piernas son así, pero tú sigue depilándote que me encanta tocar tus suaves piernas”). Como todo me parece muy injusto, cada año intento reivindicar el cuerpo auténtico femenino, compuesto por curvas, caderas, culo y barriguita. Es más, yo misma en otra era habría sido una auténtica Venus o una Maja de esas tan majas que pintaba Goya. Una de mis metas es aceptarme cada verano un poco más que el anterior, a ver si consigo ser feliz con lo que tengo y dejo de torturarme para conseguir la perfección tan ansiada y tan lejana… o eso, o me trago 2 botellas de fairy al día, a ver si es verdad que es el milagro anti-grasa.
jueves, 14 de junio de 2007
Operación morquini
Y luego miro a mi novio feliz de la vida y me empiezo a relajar… él también ha cogido algún kilillo de más, y no le veo preocupado, sigue con sus bañadores todo contento en la playita, si le queda más apretado de la cuenta no pasa nada, ya dará de si. Y es que es cierto, parece que el verano es una tortura para las mujeres y una dicha para los hombres. Cuando llega el buen tiempo, ellos se ponen contentísimos a mirar mini-faldas, piernas morenas y bien torneadas, chicas por la playa medio desnudas, espalditas al aire, escotes preciosos con vestidos de encaje… Pero, ¿Qué nos sucede a nosotras cuando llega este soñado buen tiempo? Que tenemos que depilarnos cada dos por tres, incluso zonas que el resto del año preferiríamos no tocar, echarnos mil cremas para que no se nos despelleje la piel después de tomar el sol, llevar los pies perfectos, esconder toda la ropa que ahora hace más evidente cualquier gramo que hayamos adquirido de más en el invierno, lavarnos el pelo casi a diario, tener cuidado con el maquillaje no sea que se nos derrita con el calor… ¡que estrés! ¡Y todo para estar perfectas y que nadie dude de lo maravillosas y naturales que somos! Mientras tanto ellos van con sus barriguitas (“no estoy gordo, estoy fuertecito”), sus pelos en el pecho(“el auténtico macho hispano es de pelo en pecho, nunca se lo quitaría”), sus pantalones cortos adornados con las patas peludas y las uñas de los pies negros (“Mis piernas son así, pero tú sigue depilándote que me encanta tocar tus suaves piernas”). Como todo me parece muy injusto, cada año intento reivindicar el cuerpo auténtico femenino, compuesto por curvas, caderas, culo y barriguita. Es más, yo misma en otra era habría sido una auténtica Venus o una Maja de esas tan majas que pintaba Goya. Una de mis metas es aceptarme cada verano un poco más que el anterior, a ver si consigo ser feliz con lo que tengo y dejo de torturarme para conseguir la perfección tan ansiada y tan lejana… o eso, o me trago 2 botellas de fairy al día, a ver si es verdad que es el milagro anti-grasa.
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Sophia
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domingo, 3 de junio de 2007
Va de perlas
Buenas tardes señores, señoras, señoritas... hablando esta tarde con las chicas, me ha entrado de nuevo el gusanillo por escribir algo en el blog; la amenza, algo directa de cuatro piernas en la costa, cuatro brazos... me ha hecho sentir cierta envidia por lo divertido que resulta, una vez que estas dentro, leer los comentarios, los artículos, y todas las chorradas que mis queridas colaboradoras comparten con todos los que nos visitan. Así que vuelvo al lío, pero sin agobios eh?? que es cierto que tengo mucho trabajo, poco tiempo y mi ordenador se está quedando en ya en la edad piedra.
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Rose
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